29/10/09

El ornitorrinco es bello

Los cortos pueden ser de cualquier temática, así que ¿por qué no hacer un breve documental? Aquí tenemos un pequeño estudio sociológico para consolar a los que se sientan diferentes, ofrecido por dos guionistas y directoras (y por si fuera poco, también escritoras): Estíbaliz Burgaleta y Alegría Collantes. Bichos raros [2006] es un corto proveniente de Galicia (lo que nos brinda de vez en cuanto el tonillo cantarín del acento gallego) y ha ganado varios premios repartidos por la península. Así pues, prepárense para conocer un repertorio de personajillos a cada cuál más peculiar.

Poco más se puede decir sin haberlo visto.



A partir de aquí, no leer sin haber visto el corto!

Una voz en off nos guía por este documental, con algún que otro apunte por parte de ciertos personajes que aparecen a modo de jurado, calificando al acusado según su actuación en sociedad. La cámara se mueve de cara en cara, con planos cercanos que persiguen a cada espécimen en su hábitat. Y que a decir verdad, nos deja bien retratados.

Difícil es buscar un estándar para comparar al ser humano. Hay demasiados parámetros, demasiadas cosas que nos diferencian unos de otros: diferentes gustos en vestir, en comer, diferentes formas de jugar, de dormir, de aprender. Diferentes todos. Y raros. Y especiales. Entre tanta diversidad, la palabra “raro” carece de significado.

Este breve (pero no por eso menos bueno) documental realiza una clasificación sencilla, simple y resultona de la gente. José Luís (Javier Varela), ante la presión de la cruel humanidad, aprende a camuflarse, a parecer alguien del montón para sobrevivir. Raúl Pereira (Xúlio Abonjo), en cambio, se mantiene fiel a sí mismo incluso en público, y opta por quedarse en su mundo particular; a quién no le guste, que no mire. Y por último Estrellaerrante o Eva (Tamara Canosa), que no se camufla, no huye, y se niega a no compartir su vida, así que busca sus congéneres entre esta gran multitud que es la sociedad.

Y por supuesto, Eva encuentra a los suyos. Porque quizá somos todos muy diferentes, pero justamente por eso siempre encontraremos a aquellos lo suficientemente raros como para que les gustemos tal y como somos.

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