Seguimos con el elenco de los cortometrajes ganadores de un premio Goya. Hasta ahora hemos visto piezas que trataban de prostitución, discapacidad o problemas sociales, pero en este caso la trama no es tan reivindicativa.
Debo confesar que tuve que verlo dos veces para crearme una opinión clara sobre él. También influye en mi criterio una profesora de guión que nos prohibía tácitamente integrar conversaciones telefónicas en nuestros cortos. Pero después de ver Diez Minutos [2004] de Alberto Ruiz Rojo creo que esa profesora se equivocaba.
Espero que lo disfrutéis primero para seguir hablando de él.
Debo confesar que tuve que verlo dos veces para crearme una opinión clara sobre él. También influye en mi criterio una profesora de guión que nos prohibía tácitamente integrar conversaciones telefónicas en nuestros cortos. Pero después de ver Diez Minutos [2004] de Alberto Ruiz Rojo creo que esa profesora se equivocaba.
Espero que lo disfrutéis primero para seguir hablando de él.
Enrique (Gustavo Salmerón) llama desesperado a su servicio telefónico de atención al cliente para conseguir un número imprescindible. Núria (Eva Marciel) responde detrás del auricular y entre ellos sucede un momento indescriptible en sus vidas.
Sin duda este cortometraje está dedicado a todos/as aquellos/as que traban como telefonistas o en servicios de atención al cliente en cualquier empresa. Seguro que (yo no lo sé) en ese tipo de trabajos surgen muchas situaciones donde los sentimientos se imponen ante el rigor laboral, y muchas donde el rigor laboral debe imponerse ante los sentimientos. Y para ello el guión de la pieza gira entorno a la conversación en sí, no se fija en lo que sucede antes o después. Aunque el corto dure 15" está pensado para hacer coincidir el tiempo del visionado con el de la acción, los diez minutos que Enrique dispone para descubrir su tesoro escondido. El montaje y la narración del clímax final son excelentes, y gracias a la actuación de Eva Marciel podemos asegurar que ese es el mejor momento de todos. Aunque el tiempo que tenemos que esperar para ver el final se hace un poco lento y pesado y, para qué negarlo, al principio parece una serie de televisión. Pero el montaje se va complicando poco a poco y también la originalidad sus planos.
Viendo estos diez minutos no nos extraña que Alberto Ruiz Rojo se dedique a dirigir series de televisión. En este cortometraje demuestra su capacidad para crear ese interés incómodo que nace dentro nuestro cuando tenemos que esperar una semana más para ver el siguiente episodio.
Jo, que chulo es.
ResponderEliminarA mi el que més m'agrada és el final. Al principi li costa una mica arrencar.
ResponderEliminarBé, al principi el tio et cau una mica malament, una mica massa melodramàtic i penses "joé, que pesao". Però desprès es fa estimar.
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