Disculpad el retraso, sé que estabais esperando este momento tanto como yo. Pero ya se sabe, el tiempo mal (o bien) gastado y el dilema que me supone hacer una buena crítica de El Festival de Sitges han retrasado este post.
Al fin, volvemos de nuevo y esta vez la magia conquistará vuestros hogares a través del corto de hoy. Una magia inesperada, que viene de México y que seguro tendrá efectos diferentes entre las chicas y los chicos seguidores de este blog. Fernando Eimbcke, director Mexicano conocido por su fabuloso film Temporada de patos [2004] nos cuenta una historia de hadas madrinas y sapos desesperados muy interesante.
El espejo, la barita mágica, la hada madrina, los tres deseos, la "princesa por descubrir", la galletita que habla y pide que no se la coman, la moraleja. Todo puede estar dentro de un cuento y ahora también, dentro de un corto.
Con La suerte de la fea... a la bonita no le importa [2002] esperamos retomar vuestra atención después de esta larga espera y, que como siempre, disfrutéis de ello!.
A partir de aquí, no leer sin haber visto el corto.
Susana se obsesiona al ver que con la dieta que sigue no consigue rebajar peso. Por ello decide romperla pero su hada madrina, Pamela (Anderson) decide ayudarla con magia.
Este corto habla de la obsesión por la belleza femenina que fácilmente podemos ver retratado en los cuentos de hadas de unas décadas atrás. De hecho, es muy interesante investigar un poco sobre las teorías feministas que hay detrás de los cuentos de los hermanos Grimm, como Blancanieves y los siete enanitos, o incluso de la misma historia del cine. Según esas teorías, la cultura popular del s.XX (sobretodo el cine) dedica gran parte de su tiempo a (re)producir una imagen de la mujer (a través de un sistema patriarcal) estandarizada: mujer heterosexual, virgen, esposa y madre.
Por ello, la Blancanieves de nuestra historia (Alejandra Gollas) no está segura -en un principio- de ser ayudada por la magia y finalmente se da cuenta que la única mágica que vale es la suya, no la de los demás. La conjunción entre el mundo real y el imaginario es suave y original. Suponemos que Los Vigilantes de la Playa y Pamela Anderson reafirmaron más aún el prototipo femenino (re)presentado en los años ochenta: mujer heterosexual (y con buenos pechos), virgen (y rubia), esposa (y divorciada), y madre (o hija, daba igual).
Así se cuenta este cuento de hadas:
Destaca la fotografía del corto. La efectividad de las formas y de los planos. Las primeras imágenes con la ducha de fondo, donde Susi pisa una alfombrita de color rosa que nos indica la puerta de acceso a ese mundo onírico que encontrará en el comedor. La hada Pamela que destaca no por vestir de blanco sino de rojo, el mismo rojo del último retrete de la escena. El plano cenital de esos retretes que ahoga a las chicas que vomitan en un pozo donde cuesta comunicarse. El corto empieza y acaba con la protagonista mirándose al mismo espejo, primero triste, después contenta.
Ahora, solo por curiosidad. Me gustaría saber si alguien está de acuerdo con la sentencia de la hada Pamela: "Todas tenemos que pagar un precio (para estar buenas)". ¿Qué piensan nuestras cortovidentes?.
Salutaciones desde un lavabo cualquiera.
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